

A veces empiezo dejándome llevar por algo que me inspira como la naturaleza, arte primitivo....etc, y de todo lo que voy observando a mi alrededor como viajes y vida cotidiana.

Otras empiezo sin idea previa de lo que quiero hacer, el barro y mis manos me van dirigiendo, yo misma me sorprendo de las formas que me van surgiendo.


Lo importante son esos momentos en que estoy plasmando o queriendo expresar y concretar eso que quiere salir de dentro de mi, y no tanto del resultado final de lo que estoy realizando.

Cuando estoy creando, entre yo y la obra se crea una comunicación que es a su vez una unión muy viva, que se desvanece muchas veces al final de la obra.


Yo siempre me digo a mi misma y a mis alumnos, que en la cerámica se experimenta lo mismo que en la vida, con sus sorpresas, cambios, imprevistos, insatisfacciones. Con lo cual lo mejor es no perseguir nada y vivir el momento.


La cerámica me enseña a mi misma a que en la vida las cosas no pueden controlarse, pero si entregarme yo en lo que hago.
